En este post escribí sobre saber la importancia de saber por qué hacemos las cosas. Empezar cualquier cosa con una intención bien definida es importante para no dejarla cuando la motivación se acabe. Recuerda que la motivación es una emoción y, por lo tanto, nuestro cuerpo no la puede sostener por mucho tiempo.
La idea de empezar con una intención bien definida también es muy importante. En varias capacitaciones que he dado me gusta decir que a veces planeamos más unas vacaciones que nuestra propia vida. Piénsalo, si has viajado a otro país de vacaciones hay que planear muy bien cada aspecto del viaje: pasaportes, fechas, vuelos, hospedaje, transporte, comida, diversión, etc.
¿Entonces porque no hacemos lo mismo con nuestra vida? Es muy común que al principio del año nos pongamos propósitos. Pero siendo honestos ¿cuantas veces en verdad los has cumplido? Empezamos con mucha emoción, pero después de unos meses, semanas y a veces días, los abandonamos porque en realidad nunca hicimos las cosas con intención.
Hacer las cosas con intención significa, en primer lugar, saber exactamente porque haces las cosas. Pongamos el ejemplo más común: bajar de peso. Aunque es un buen propósito, en si no es una meta con intención. Para que realmente lo sea tendrías que responderte preguntas como: ¿Por qué quiero bajar de peso? ¿Cuanto peso quiero perder? ¿Lo estoy haciendo porque en realidad lo deseo o porque me quiero ver como alguien en las redes sociales? ¿Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para bajar de peso? ¿Cuál es el primer paso que tengo que dar, y el segundo, y el tercero? ¿Cuál es el plan cuando se termine la motivación? ¿Quién forma parte de mi grupo de apoyo? ¿De verdad es lo quiero hacer, y si así es, por qué? ¿Por salud, por vanidad, porque el doctor me dijo que si no lo hago me voy a morir?
Sé que son muchas preguntas que quizá no podamos responder inmediatamente y en esta época de gratificación inmediata queremos tener las respuestas ya. Sin embargo, es mucho mejor tomarte el tiempo para realmente hacer las cosas bien y con intención desde el principio que empezar algo que vas a abandonar antes de que empiece la primavera. Créeme, yo soy un experto en no terminar cosas por tener mucha motivación y poca intención.
Vivir con intención aplica para todo lo que hacemos. Tengo el hábito de ir al gimnasio de 4 a 6 veces a la semana porque empecé hace muchos años con intención. Estoy practicando ayuno intermitente porque tengo bien clara mi intención. Estoy escribiendo en este espacio todos los días porque tengo bien definida mi intención:
- Practicar para mejorar mi escritura.
- Poner por escrito los consejos que leo en libros de desarrollo personal para recordarlos y que sea más fácil ponerlos en práctica.
- Crear el hábito de escribir todos los días para que poco a poco sea más sencillo poder escribir cosas más creativas.
- Demostrarle al Ben de 15 años que quería ser escritor y novelista que con práctica e intención si se puede.
¿Y qué pasa con las cosas que no he terminado, que he dejado a medias y por las que he recibido críticas? O no las empecé con intención, cómo ya escribí arriba, o después de empezarlas me di cuenta que no se alineaban con mis valores o metas. Y está bien, probar muchas cosas te da una mejor perspectiva de la vida. Pero ese es tema de otro post en dónde hablaré sobre dos libros que leí el año pasado que tocan ese interesante tema. Por ahora, me voy a mi primera clase de italiano porque tengo la intención de pasar unos meses en Italia en la cucina de alguna nona aprendiendo su deliciosa gastronomía.
BHB